Fue asesinada la noche de hoy de un tiro en el cuello la señora Sixta Villar SIXTA VILLAR DE JESUS de 44 años en momentos en que salía de la iglesia evangélica donde se congregaba en el sector Tierra Santa de Villa Altagracia.
El asesino de la dama es JUAN CARLOS CORREA alias #Nano el cual emprendió la huida tan pronto cometió el hecho de sangre.
Según informaciones el alias #Nano mató a su ex pareja porque esta se negaba a continuar viviendo con el después que este estuviera acusado del asesinato de joven Edward Silverio en fecha 16 de mayo del 2021 acontecimiento este por el cual guardó prisión preventiva después de 6 meses de huirle a la justicia. Posteriormente, y en una sentencia que conmocionó a toda la población villaltagraciana, el alias #Nano fue descargado por el Tribunal Colegiado de Villa Altagracia por supuestas “falta de pruebas”. Los familiares del joven Edward Silverio elevaron un recurso de apelación de la sentencia que se estaba conociendo y a la cual el alias Nano no asistió a las dos últimas audiencias bajo supuestos certificados médicos.
Ahora acaba de asesinar a su ex pareja, una joven señora cristiana. Este acontecimiento nos hace reflexionar y para eso les dejamos aquí el relato titulado “LA MUERTE DEL PADRE CANALES”, del eximio narrador y tradicionalista dominicano, César Nicolás Penson y contenido en su obra cumbre, Cosas Añejas.
El protagonista de la historia que nos ocupa es Juan Rincón, un matón compulsivo, especialista en asesinar mujeres; pero que debido al peso social de un tío influyente casi siempre lograba evadir la justicia o quedar libre del castigo de la ley.
Al decir del narrador, Rincón “padeció lo que se llama la manía de sangre”. A
sesinó a su primera esposa encinta, pero tan horrendo crimen quedó impune, “merced acaso a lo distinguido de su familia y a las influencias que hizo o no hizo valer en su favor su tío el Deán.
Ya antes dizque había metido a una hija suya en un sótano” (Ídem) Después de cometidos estos hechos pudieron libremente huir hacia Puerto Rico, donde no tardó en contraer nupcias por segunda vez.
A esta nueva esposa, muy pronto la amenazó con hacerle lo mismo que a la primera. La mujer lo denunció y, en tal virtud, la justicia borinqueña procedió a deportarlo y “Entonces aquí lo dejaron libre, ¿Cómo no? Por respeto de su tío el Deán” (Ídem, 59) Su insaciable sed de sangre lo impulsó a elaborar una larga lista de nuevas víctimas encabezada por el sacerdote Francisco José Canales.
El crimen del cura se perpetró y Juan Rincón, por primera vez, fue sometido a la justicia. Cuando el juez del crimen le preguntó: «¿Quién mató al padre Canales?», acto seguido el monstruo asesino, impasible y con tono fiero respondió: -¡La justicia de Santo Domingo! Sorprendido el magistrado, procedió, esta vez con voz severa, a preguntarle de nuevo al prevenido: «¿Quién mató al padre Canales?», «- He dicho, insistió el asesino, que la justicia de Santo Domingo, porque si cuando yo, agregó con tono sentencioso e insolente, maté a mi primera mujer embarazada, me hubieran quitado la vida, no habría podido matar al padre Canales»